Rodion Romanovich Raskolnikov, hijo mayor de una familia pobre, se traslada a San Petersburgo para seguir estudios de leyes. La falta de medios económicos en su familia le obliga a dejar la universidad, lo que aunado a las estrecheces y desigualdades de la vida ciudadana lo hunden en una aguda melancolía. Apoyándose en sus propias elucubraciones, planea el asesinato de una usurera a la que ha tenido que recurrir una y otra vez. Para sí, Raskolnikov argumenta que con el dinero que la vieja ha robado a muchos desdichados lo puede él emplear en fines más justos. Así, poco a poco, va considerando su proyecto con ánimo práctico y finalmente realiza el crimen. Raskolnikov descarga sobre la prestamista toda su amargura y a fuerza de hachazos le da muerte; pero cuando, horrorizado, está contemplando el cadáver de su víctima, se encuentra con la hermana de esta. Entonces, al sentirse descubierto, también la mata. Los vecinos, que se han percatado que algo extraño acontece, llaman a la policía. Raskolnikov roba una bolsita con dinero y unas joyas, y consigue huir sin ser visto. Esconde los bienes hurtados y se propone dejar pasar el tiempo para darles uso, aunque en el fondo ya sabe que ha perdido la partida, pues el dinero no es suficiente para resolver siquiera una pequeña parte de sus problemas, y la culpabilidad y el remordimiento lo inundan.